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domingo, 17 de junio de 2018

LUPE, EL TELEGRAFISTA



Todo inició con el interés que su Tío Rafael Oseguera Velázquez, administrador de la oficina de telégrafos, observó en el joven de escasos 17 años, quien con gusto aceptó la propuesta de éste para trabajar como meritorio en la oficina, primero como mensajero y luego como telegrafista.
Muchos recuerdos fluyen a su mente, como aquel cuando su Tío Rafael Oseguera le pidió que llevara un telegrama con carácter de urgente al Rancho El Pozo, con Toño Larios _pero te vas ahorita porque es una emergencia, sentenció su Tío_  Sin mediar palabra, tomó la libreta de Acuses de Recibo y se marchó. Serían como las 12 del día, indica. Pidió permiso a su padre y salió corriendo, atravesó el panteón nuevo con la velocidad de una liebre, quizá por el miedo que manifestamos los humanos al pensar en la muerte o posiblemente porque así lo ameritaba la urgente comisión que le había sido asignada. Corrió y corrió por “La pedreguera” llegando a El pozo en 45 minutos.
Toño Larios, con la parsimonia que le caracterizó, lo recibió con cierta sorpresa – ¡ehhh muchachito! ¿Que haces por acá? Preguntó. Nada, respondió con cierto jadeo,  aquí le traigo este telegrama, ¡ahh! Fírmele aquí, onde, respondió Don Toño  con algunas dudas, aquí sobre la línea, le dijo ¡bueno! 
Después de la entrega-recepción de rigor del telegrama en cuestión, Don Toño dice: ¡Gracias muchachito, me saludas a tu papá y le dices a Rafael que muchisísimas gracias!
Una vez cumplimentada la primera etapa de su valiosa comisión emprendió su regreso de la misma manera: ¡corre, corre y corre! Llegando a la Villa una hora antes de que abrieran la oficina, por la tarde.
Llega a su casa, toma una ligera ducha y regresa a su lugar de trabajo, encontrándose con un iracundo jefe _Y luego, ¿que estás haciendo aquí? Cuestionó, ¡no te dije que el telegrama era con carácter de urgente! ¿Que pasó porqué no lo has llevado?  Y de donde saca que no lo ha llevado. Estira la mano y le muestra la libreta firmada. Don Rafa, con el entrecejo arqueado por la duda y observando el acuse de recibo, preguntó: ¿Que acaso andaba Toño por el pueblo? ¡Noooo, fui hasta allá! ¿Cómo? ¡Pero si hasta perfumado andas, muchacho! ¡Pues ya ve! contestó el joven con un dejo de orgullo. ¡Bueno, pues siendo así, te felicitó muchacho! esto me dice que quieres quedarte con la chamba, finalizó diciendo.
Hasta ahorita quizá algunos se pregunten ¿a quien se estarán refiriendo? Otros, tal vez  hayan sacado ciertas deducciones, si es que vivieron en los inicios de los 60’s en Villa Victoria. Bueno, pues se trata del joven, en aquella época, J. Guadalupe Calvillo Cárdenas (Lupe) quien inició a laborar en la oficina de telégrafos y continuó cuando el Sr. Isidro Pineda Gutiérrez se hiciera  cargo de ésta, al retiro de Don Rafael Oseguera.

Lupe Calvillo, flanqueado por los Sres. Agapito Godínez e Isidro Pineda en la época en la que hacía sus "pininos" en la oficina de telégrafos de Villa Victoria.

Lupe, con una gran cualidad para recordar eventos pasados, narra a detalle esta época juvenil vivida en Telégrafos Nacionales y recuerda de manera nítida anécdotas por el vividas en los diferentes lugares donde sirvió como mensajero y telegrafista: Villa Victoria, Coalcomán, Tijuana y Cocula.

Vacacionando en Villa Victoria. Como no recordar esas épocas de la adolescencia trepado en los lomos del burro y estrenando huaraches colimotes

Recuerda por ejemplo, que en Coalcomán, siendo administrador de la oficina Don Quintín Oseguera, alguna vez fue mensajero substituto, durando períodos breves de servicio en aquella población.
Mi Tío Quintín era muy “vacilador”, dice Lupe, cuando llegaba un parroquiano a poner un telegrama, al pagar el servicio, casi  nunca había cambio. Decía _Mira, del telegrama son $1.25, de tus $5.00 te sobran $3.75 por el momento no tengo cambio, pero ve a la tienda de la esquina y cómprate $2.00 de leña.
El entendido usuario del servicio regresaba con un tercio de leños y preguntaba: ¿donde se los pongo Don Quintín? ¿Qué? Replicaba éste. ¡La leña, le contestaba! ¡Pues ponla donde quieras al fin es tuya! No, pero Ud. Me dijo que. . . ¡No, no, no! Yo solo te sugerí que cambiaras tu billete de $5.00 comprando leña. . . ¡ahh que Don Quintín, tenga, cóbrese el telegrama! ¿Y la leña? _Haga lo que quiera con ella, finalizaba el parroquiano, quien terminaba por marcharse muy enojado.
Una vez que se iba, observándome por encima de los lentes, que se ajustaban perfectamente en la punta de su nariz, me decía: ¡agarra el tercio de leña y mételo debajo de la chimenea! Dado que Él mismo rentaba uno de los cuartos de su casa, habilitado como oficina.
Y hay muchas anécdotas más, que después y con toda calma trataremos de relatar a Uds. Esperamos que las nuevas generaciones valoren “la historia viva” que podemos encontrar en nuestros amigos, nuestros “paisanos” un poco más grandes que nosotros y que entendamos que el desarrollo de los pueblos se da en base al cariño que le profesemos a nuestra tierra, saber de donde venimos, a donde vamos y que las experiencias ganadas a lo largo de sus vidas sirvan para acrecentar nuestro cariño por la tierra, por la bendita tierra que ha sido testigo de nuestros nacimientos.
Un saludo para todos.

JOSE RAFAEL TRUJILLO TRUJILLO

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