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domingo, 8 de julio de 2012

EL CAMION PASAJERO.




"A manera de homenajear a esos grandes Chinicuilenses  quienes, a pesar de que no se les recuerde, dejaron "huella" en el desarrollo de nuestro municipio"

Ya no quero los camiones por que en uno tu te juites” dice la letra de una de las canciones que se entonaban en aquellos ayeres y que expresa el sentimiento auténtico del enamorado frustrado cuando por alguna razón, su complemento, debió partir a lugares lejanos usando para ello, el más moderno servicio de transportación de pasajeros de la época: El Camión de Pasajeros.




Recuerdo que crecimos escuchando los motores de aquellos Ford 1970, uno de los cuales tenía bajo resguardo mi Tío Leonel Trujillo Gutiérrez (qepd), ignoro si en ese tiempo, el camión era de su completa propiedad dado que se acogían a los estatutos que regían a la Sociedad Cooperativa de Autotransportes Coalcomán-Villa Victoria-Colima.


Mi Tío Leonel Trujillo Gutiérrez, hombre con profunda convicción de servicio a la comunidad, por muchos años sirviendo en el traslado de pasajeros y mercancías.


Bueno, pero lo importante es mencionar que cada mañana era un deleite escuchar el trajín que envolvía la salida a Colima. Personas saludando de la manera tan característica de nuestra gente: ¡buenos díaaaas compadreeee!, ¡buenos díaaas! Replicaba el otro ¡listo para ir a Colimaaa! -¡jiii! -¡ay te encargo un alfajooor! -¡Me saludas a las patonaaas!, decían, refiriéndose quizá a los cocoteros que dán la bienvenida a la Cd. de Colima, con mucha razón llamada “La ciudad de las palmeras”.

Los valecillos, que aprovechaban los "tumbaburros" del pasajero para tomarse la foto: Edgardo Silva, Larisa y  Rafael Trujillo, José y Adolfo (Tito) Silva


El camión pasajero era habilitado con redilas y un techo de madera y lámina, dejando espacios entre los barrotes a manera de ventanas, de donde pendían lienzos de plástico cuyo objeto era proteger a sus ocupantes del aire y del polvo levantado. Un asiento largo en la parte frontal y a partir de allí, asientos pares en cada uno de los lados, para rematar en una pequeña área de carga; en la cual, regularmente depositaban grandes barras de hielo encostaladas y protegidas con viruta de madera, cajas de galletas, rejas de refrescos y otras mercancías que iban siendo repartidas entre los “changarritos” de las rancherías que cruzaba el “pasajero”.

 


Aún en tiempo de "aguas"  El Camión Pasajero continuaba prestando el servicio. Solo que una de las unidades debería quedarse en el lado Colimense y otra en Michoacán, hasta que pudiera construirse el puente de madera. Se utilizaban canoas para el traslado de los pasajeros hasta el lado opuesto del río. En la foto: mi abuelo,  José Trujillo Mendoza,  Amador Moreno Galván, Juan Alcántar Serrano y Jorge Pineda Gutiérrez. Foto proporcionada por el Dr. Nicanor Trujillo.


Para mí, supongo que para los pequeños de ese tiempo también, era un deleite viajar en el asiento de enfrente lo que te permitía un panorama grandioso de los paisajes. Revivo con alegría y nostalgia los grandes “riegos” que tenía nuestro Tío Amador Moreno Trujillo (qepd) en las tierras de “El Rincón” y que permitían observar un verde interminable desde las sinuosas curvas del “Tejón” - es una lástima que esas tierras que alguna vez fueron tan productivas, ahora estén ociosas – 





Llegando al rancho “El Bejuco” había que estar alerta para cuando las llantas del camión tocaran el agua. Eran momentos de gran felicidad observar como se levantaban grandes olas al paso de éstas. Me gustaba especialmente este tramo por  que había que cruzar el rio tres o cuatro veces.


"El Pasajero" toda una aventura viajar a la Cd. de Colima o viceversa. Fotografía cortesía del Ing. Alfonso Chávez Espinosa.


Después de agotadora jornada, se llegaba a almorzar a “La Amargosa” -justamente en la casita deshabitada que está en la curva más cerrada del rancho- el almuerzo consistía básicamente de carne de puerco con chile, frijoles fritos o de la olla, queso seco o fresco y tortillas recién salidas del comal ¡ay diocho como me aprietas! Y ya no le sigas por que no respondo. Una vez “cargadas las baterías” había que bajar la barranca hasta llegar al “Paso de Potrerillos” o “El Rio Grande” como le conocimos siempre; pero ahora, los nervios hacían presa de todos los ocupantes de “la caja rodante” debido a que teníamos que cruzar el rio a través de unas vigas de madera sentadas sobre unos chiquigüites de bejuco rellenados con piedras del mismo rio.



Quienes tuvimos la oportunidad de viajar a la Cd. de Colima en los tiempos de la fotografía, recordarán que otro de los puntos de "abastecimiento" era con "Chencha" en la comunidad  de Estapilla, Colima. Esta fotografía pertenece al Baúl de los Recuerdos del Profr. Rubén Venegas y subida a la red por nuestro paisano y amigo Francisco Abúndiz.


Al cruce del camión, las viguetas de madera empezaban a crujir aumentando más la angustia entre los pasajeros. Finalmente y después de arribar a tierra firme volvíamos a nuestro estado normal, para seguir disfrutando a pesar de todo, del paisaje inhóspito del tramo Estapilla-Tepames.


El puente de madera que año con año era construido sobre el Río Grande con gran esfuerzo y anhelado por los habitantes de Villa Victoria. Al finalizar el año 1999 fué inaugurado el que actualmente comunica a los estados de Michoacán y Colima, concretándose de esta manera el sueño de grandes Chinicuilenses como el Sr. Adolfo Pineda Martínez, gestor incansable de esta importante obra para nuestro municipio. En la foto mi tío Rubén Trujillo Serrano, caminando sobre las viguetas de madera, seguramente José Silva Pineda "El Indio" conduciendo el camión. Cortesía del Arquitecto Alfonso Gutiérrez Martínez.


Llegar a la Carretera Nacional,  era entrar a la modernidad. Me divertía observando la línea blanca central, entrecortada en las áreas permitidas para rebasar otros vehículos. Contar los fantasmas ubicados en la orilla del camino, era también mi pasatiempo favorito. Luego, la bella Cd. de Colima, percibir el olor especial que desprendían los vapores de las fábricas de dulces de coco ubicadas en la entrada a la ciudad  ¡era un placer!


Y todo esto, gracias al servicio brindado por “El Camión Pasajero” y esos grandes hombres forjadores del desarrollo de Chinicuila.


Severo Trujillo Velázquez y Felipa Verduzco, flanqueando a su hijo Benjamín Trujillo Verduzco, Bisabuelos y Abuelo respectivamente, del que ésto escribe.



A la memoria de mis  Abuelos:


SR. BENJAMIN TRUJILLO VERDUZCO
SR. JOSE TRUJILLO MENDOZA



“Por el orgullo de la raigambre”

José Rafael Trujillo Trujillo.